Trozo de la Vera Cruz da vida a la Iglesia de Santa Cruz de El Seibo
La Villa de Santa Cruz de El Seibo, fundada a inicios del siglo XVI, durante el gobierno de frey Nicolás de Ovando, contó al principio con una iglesia construida con materiales perecederos, sirviendo esta a los encomenderos y demás habitantes que desarrollaban funciones agrícolas y ganaderas, además de la búsqueda y la explotación de oro.
El interior de la hermosa bóveda de ladrillo. César Langa Ferreira
Cuando la Villa creció, se vio en la necesidad de construir una iglesia de materiales permanentes. Esta recibió, como reliquia fundamental, un pequeño trozo de la “Vera Cruz”.
El templo se inició en el siglo XVII. Está constituido por una planta en forma de cruz latina y presbiterio poligonal, que cuenta además con una sacristía anexa al ábside, por el lado este, un coro alto, actualmente desaparecido y una esbelta torre campanario a la que se colocó un reloj público en tiempos recientes.
El perfil general de la iglesia muestra una cubierta sobre la nave principal y el crucero, en forma de cañón corrido, dividida en tramos por grandes contrafuertes que sostienen arcos de descarga sobre los que apoya la bóveda. El perfil se muestra alargado y achatado, como consecuencia de huracanes y terremotos.
El presbiterio sobreelevado, está cubierto por una magnifica cúpula sostenida por arcos radiales que parten desde el centro, alrededor de un ósculo que sostiene una linterna poligonal, abierta con ventanales por todos sus lados.
La altura de la nave central es continua y superior a la de las bóvedas que abren los brazos del crucero, de modo que estos funcionan como capillas auxiliares.
El crucero oeste contiene el sagrario que resulta ser un fragmento de un antiguo retablo en madera, cubierto con placas de plata repujada.
En el crucero este funciona actualmente el coro de la iglesia, presentando como obra de arte fundamental una imagen al óleo de la Virgen de la Altagracia, de gran calidad artística y técnica.
Virgen de la Altagracia, con su marco “art nouveau”.
De autor anónimo, de inicios del pasado siglo XX. Este cuadro fue donado por la familia Dalmasí, de origen seibano.
El marco de la pintura es de plata dorada, repujado al estilo “art nouveau”, formando rosas en bajo relieve, realzadas con la aplicación de piedras semipreciosas de varios colores.
Hoy en día, después de la última intervención, la nave principal cuenta con un zócalo de cerámica policromada de 1.20 mts de altura, que recorre todos los muros del espacio. El presbiterio conserva un retablo en madera, réplica exacta del original, perdido en el tiempo.
Este retablo de tres calles, de estilo neogótico, contiene en el centro una cruz manufacturada en metales preciosos que encierra en su centro el fragmento de la “Vera Cruz”. Imágenes a escala natural, de San José y la Virgen se encuentran en hornacinas, en ambos lados de la calle central.
Ventanas enmarcadas
El presbiterio posee dos ventanas enmarcadas por dos arcos rebajados abocinados, hechos de ladrillo, material de construcción fundamental de la iglesia y sus bóvedas.
Sobre estas dos ventanas se encuentran hoy dos óleos del artista dominicano Dustin Muñoz. Uno de ellos habla del descubrimiento de la Vera Cruz por Santa Helena, madre del emperador Constantino.
El otro del cardenal Beras Rojas, con una procesión de frailes y el templo como fondo. Las dos ventanas del presbiterio cuentan con vitrales coloreados de diseño geométrico.
En el exterior se destacan las jambas de ladrillo de las ventanas, protegidas por un alfiz, lo mismo que las puertas de acceso laterales y la puerta principal, que está enmarcada dentro de un elaborado portal con pilastras a dos niveles , coronado por un recuadro del mismo material que contuvo, alguna vez, un bajo relieve o pintura, hoy en día desaparecido.
Sobre el portal existe un ósculo al modo de los rosetones góticos.
Detalle
— El campanario
El campanario cuenta con cinco cuerpos superpuestos, con un techo a cuatro aguas, sobre el que se levanta una cruz. Los cuatro cuerpos superiores están aligerados y horadados por arcos que sostienen las campanas.
*Por MARÍA CRISTINA DE CARÍAS, CÉSAR IVÁN FERIS IGLESIAS Y CÉSAR LANGA FERREIRA
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