¿Quiénes Recuerdan el Café Molido en Pilón y el Viejo Colador?
Por: Rubén Moreta
En República Dominicana nos despertamos con una buena taza de café y sucesivamente en el día lo sorbemos para retomar energía, o durante un breve descanso laboral, teniendo una agradable conversación o para despachar un cigarro.
Los sanjuaneros y dominicanos en general vamos consumiendo porciones de café en intervalos moderados. Pero fijos, los horarios de café de las casas sanjuaneras son en al despertarnos en la mañana, y al caer la tarde.
El café es policlasista, porque se consume en todos los estratos sociales y en cualquier ámbito (urbano o rural).
Los niños y niñas sanjuaneros de los años sesenta y setenta nos desayunaban con café con pan. Con esto en el estómago íbamos a la escuela. Cuando recibíamos una visita, se le brindaba una tasa de café.
Hay personas que son más cafeteros que otros. Recuerdo a mi difunto hermano Bienvenido, la persona que más café tomaba al día. En la casa, él aprendió a “colar” su café. El termo-envase nunca se llegaba a escurrir. Y más, cuando salía hacia la oficina, solía hacer dos y tres paradas en casas de amigos, donde volvía a tomar café. Increíble.
El café es la gran bebida aromática nacional. Aunque de origen africano, esta exquisita infusión es una herencia cultural del poderoso imperio otomano. Fueron los turcos quienes pasearon por Europa el café y son quienes crean los primeros quioscos dedicados a su venta recreativa. Luego, gradualmente el café se fue expandiendo por toda la sociedad occidental.
El café se comenzó a cultivar en República Dominicana en 1735 en la región sur. El primer lugar donde se sembró café fue en Barahona. A partir de esa fecha se extendió rápidamente a varias regiones del territorio nacional, constituyéndose en uno de los principales cultivos agrícolas del país. En toda la zona montañosa del valle de San Juan se cultiva café, especialmente en Bohechío, Sabaneta y El Cercado.
El café inicialmente se tostaba y molía en un pilón en los hogares sanjuaneros y para consumo se elaboraba mediante una cocción entre ocho a quince minutos en un envase (jarro, lata, olla, etc.). Posteriormente se procedía a filtrar en un colador elaborado de tela medianamente gruesa, donde quedaba toda la inútil borra del café. A seguidas, se le echaba azúcar. Otras personas lo azucaraban durante se hervía.
El colador de café se colocaba en una base de madera rectangular armada de tres piezas: una argolla superior, para sostener el cuello del colador; un soporte lateral de aproximadamente doce pulgadas que unía la argolla superior con la base inferior, donde se colocaba la jarra con el colado. En otras casas no tenían base de madera, sino que el colador del café se manejaba en el jarro o lata donde este se hervía.
A partir de los años ochenta se introdujo a nuestro país la cafetera italiana o cafetera moka, popularmente conocida como greca, la cual puso en desuso el colador de café criollo. Este invento italiano fue “un palo” porque a presión mezclaba el polvo cafetero con el agua y lo “colaba” también.
Con la masificación del uso de la greca el viejo colador fue desapareciendo de la cultura sanjuanera. Antes del colador, también casi ha desaparecido moler el café en el pilón. La gente prefiere consumir el café industrializado.
El autor es Profesor UASD.
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