La pandemia del COVID-19 desborda los sistemas sanitarios globales

Es oportuno recordar a Albert Einstein cuando afirmaba que el principio de la locura era pretender conseguir grandes cambios haciendo lo mismo. Llama la atención la incapacidad de nuestro sistema sanitario que frente a la pandemia del Covid-19, fue incapaz de actuar de inmediato, aguardando las recomendaciones de la OMS-OPS, que como siempre, o sugieren esperar a que lleguen las directrices desde Suiza o minimizan la gravedad de la enfermedad.

La declaración de Pandemia por la OMS/OPS ocurrió luego de 14 semanas del brote en China y de la aparición en el norte de Italia. No se tomaron acciones urgentes como procurar el aislamiento total de los contagiados, sin sugerir realizar las pruebas de detección a todos los contagiados, así como a los contactos y sospechosos, sin recomendar la protección a la población. El distanciamiento social y la sugerencia de usar mascarillas obligatorias a la población fue tomada luego de 3-4 semanas del inicio de la pandemia. Es decir... llegaron tarde a los países afectados. La experiencia de China con su primer caso el 1 de diciembre del 2019, en la ciudad de Wuhan y de otras ciudades más pequeñas de la provincia de Hubei, demostró que el 80% de los contagios lo provocaron infectados no detectados, entre ellos asintomáticos, por tal razón universalizaron las pruebas diagnósticas en las poblaciones, tanto a los afectados como a los contagiados y sospechosos, establecieron medidas rigurosas de protección: confinamiento, distanciamiento social y llevar siempre mascarillas adecuadas, bloquearon ciudades e inmovilizaron sus poblaciones, recibieron más de 40,000 médicos y de personal paramédico de otras provincias, construyeron 2 hospitales de 1,000 y 1,500 camas en un tiempo récord de 10 días, contrario a las recomendaciones de la OMS/OPS.

La aplicación de la inteligencia artificial permitió individualizar todos los records médicos de los ciudadanos a través de una aplicación en los celulares, estableciendo un código rojo, amarillo o verde, para establecer el estado de salud y la localización de los individuos. Luego de 12 semanas algunas ciudades como Wuhan levantaron la cuarentena y permitieron la movilización de los ciudadanos acorde al código individual de salud: código verde sin restricciones de movilización, código rojo continuar cuarentena y amarilla vigilancia continua.


La experiencia de Corea del Sur y Singapur siguió el modelo chino de actuar de inmediato logrando controlar la epidemia en pocas semanas.

Italia, un gran foco
Dos provincias del norte de Italia: Lombardía (Milán y Bérgamo) y Véneto (Venecia y Padua) son el mejor ejemplo. La primera no tomó medidas inmediatas, siguiendo las directrices de la OMS/OPS, y la segunda desoyó las recomendaciones y tomó acciones urgentes: aisló a todos los contagiados, realizó las pruebas a todos los contactos y al personal médico, obligando a la población a tomar medidas de protección desde el inicio, bloqueando pueblos e inmovilizando sus poblaciones.

Las diferencias de las estadísticas (morbilidad y mortalidad) entre las dos regiones marcaron la diferencia: mientras Lombardía tenía más del 75% de los infectados (5 veces más) y con una mortalidad 3 veces mayor que Véneto, el Prof. Andrea Crisanti de la Universidad de Padua ha sido el responsable de la política sanitaria de su región.

España y Francia han pagado muy caro por no haber actuado de inmediato, pensando sólo en la economía, los resultados negativos están a la vista de todos. El colapso del sistema sanitario de Italia, España y Francia, agravado por la afectación de la fuerza laboral: médicos, enfermeras, paramédicos, personal de apoyo sanitario, bomberos, policías, etc., ha complicado más las cosas.

Las brigadas médicas chinas que asistieron a las ciudades del norte de Italia, no entendieron cómo el personal sanitario y la población no se protegía adecuadamente, tampoco comprendían por qué no se aislaban a todos los contagiados, ni se bloquearon los pueblos y ciudades, ni se inmovilizaron las poblaciones.

La situación de la pandemia de los EUA ha sido peor que en Europa, el gobierno norteamericano minimizó el Covid-19, no asimiló la experiencia europea y subestimó la asiática, por lo que rápidamente el epicentro de la pandemia cambió de continente. Luego de 11 semanas del primer caso, la situación no ha cambiado mucho: no se realizan las pruebas diagnósticas a todos los contagiados y sospechosos de contacto, el aislamiento no ha sido llevado con rigurosidad, no se han bloqueado ciudades, tampoco se han inmovilizado las poblaciones, el transporte público no ha sido suspendido, ni existe obligación de usar mascarillas obligatorias en los espacios. El personal sanitario ha sido muy afectado, al igual que el personal de apoyo, bomberos, policías, etc., por no llevar una protección adecuada, en parte debido a la escasez de dispositivos y de materiales necesarios.

El enfrentamiento entre el Dr. Anthony Fauci, Director del Instituto Nacional de Alergia y de Enfermedades Infecciosas del Instituto Nacional de Salud de los EUA, y sectores de la administración Trump que se oponen al confinamiento de las poblaciones, ha puesto en evidencia las dificultades de poner en práctica medidas similares a las tomadas en Europa y Asia. El retardo en la aplicación de medidas de contención se refleja en las estadísticas que ponen en jaque el sistema sanitario norteamericano. Francia e Irán son naciones que siguen encabezando las cifras de prevalencia y mortalidad del Covid-19, mientras que la curva de contagios sigue incrementándose, sin verse claramente cuándo ocurrirá su aplanamiento.

Latinoamérica y RD
En los países latinoamericanos la pandemia ha llegado más tarde, los gobiernos tienen capacidades de respuestas variadas, tanto como colores del arco iris. Todo parece indicar que el virus vino para quedarse por una temporada larga en las américas. En la República Dominicana la situación sanitaria de las enfermedades infecciosas es “horripilante y mete miedo de verdad”, ojalá que las cosas sean tan sencillas como afirma el Ministro de Salud cuando dice que nuestra mortalidad es alta porque se hacen pocas pruebas de diagnóstico del virus. Nada más alejado de la verdad, pero para otros podría ser mucho más grave.

Tenemos un sistema de salud que vive de contingencia permanente, enfermedades infecto contagiosas haciendo de las suyas, cuando no la tuberculosis, el paludismo, el dengue, la influenza, el Zika, la Chikunguya, el neumococo, el meningococo, las parasitosis, el VIH Sida, entre otras no menos importantes.

En años no hemos logrado controlar el mosquito vector, tampoco tenemos disponibilidad de agua a toda la población en sus domicilios, menos impacto hemos tenido para disminuir el hacinamiento y la pobreza, el panorama de salud no podría ser más deplorable frente a esta pandemia. Si hablamos que las principales causas globales de morbilidad, muerte, consultas, discapacidad y de mayor carga económica para individuos, familias, gobiernos y estados, son las enfermedades cardiovasculares (hipertensión, infarto agudo al miocardio, insuficiencia cardiaca y muerte súbita), las cerebrovasculares (trombosis, embolia, hemorragias y enfermedad de Alzheimer) y las metabólicas (diabetes, obesidad y dislipidemias). Es decir, “las enfermedades cardio-neuro-metabólicas”, el gran asesino global ha producido más muertes que todas las producidas por las guerras de la historia de la humanidad. Mata más personas que todas las otras causas de muerte juntas.


La diabetes
Las morbilidades asociadas al Covid 19 son frecuentes en nuestro país: una tercera parte de la población adulta es hipertensa, cerca del 25 % es diabética o pre diabética, 1 de cada 5 dominicanos mayor de 18 años tiene el colesterol elevado, el 60 % de la población es obesa o está en sobrepeso y esa misma proporción de personas es sedentaria. Más del 50% de los ciudadanos adultos tiene 2 o más condiciones o factores de riesgo presentes, lo que quiere decir que tenemos un riesgo intermedio o elevado de morir prematuramente o tener un evento catastrófico. No existe peor escenario que este, pues no es necesario tener más de 65 años para tener un riesgo elevado en caso de contraer el Covid-19. Se impone pues, identificar los individuos en riesgos para aislarlos, asegurarse de que reciban sus medicaciones, que estén controlados, que reciban una dieta adecuada y que estén bien hidratados. Desafortunadamente, en nuestro país no estamos preparados para una catástrofe como la pandemia del Covid 19, el sistema sanitario público deja mucho que desear, prácticamente ha sido desmantelado: no hay atención primaria, los programas de vacunación no cubren a la totalidad de la población, la lucha contra las enfermedades infectocontagiosas ha sido un fracaso, los Departamentos de Estadística y Epidemiología trabajan con precariedad y con grandes limitaciones, tanto que la estructura sanitaria que trabajó durante la vacunación que logró la erradicación de la Poliomielitis en el año 1982, dirigida y coordinada por el Dr. Amiro Pérez Mera, no existe en la actualidad. Esta situación se complica por la poca disponibilidad de camas de aislamiento tanto a nivel público como privado, la oferta de camas de intensivos está muy por debajo de la demanda existente, existe una gran limitación de medicamentos antivirales y de equipos tales como: ventiladores, monitores multi-parámetros, electrocardiógrafos, aspiradores, laboratorio de gases y electrólitos, y de material de protección para el personal médico, enfermeras, paramédicos y personal de apoyo, en la mayoría de los hospitales del Sistema Nacional de Salud. Nuestro país cuenta con una precaria dotación de recursos económicos para la salud, menos del 2% del PBI, sin embargo, manejamos fondos de varios miles de millones de pesos para cubrir costos de medicaciones y procedimientos de enfermedades catastróficas, sin disponer de un centavo para programas de educación, promoción de salud y de prevención. Tenemos varios quinquenios sin disponer de un Plan Decenal de Salud dónde se prioricen los recursos acorde a las necesidades reales. Un mundo bizarro donde lo que importa es construir y comprar a cualquier precio.

Seguimos pensando que construyendo hospitales y centros clínicos, contando con equipos sofisticados de diagnóstico y disponiendo de medicamentos de alto costo, solucionaremos los problemas de salud de la población.

Más médicos que enfermeras
Nos olvidamos de los recursos humanos que son la verdadera zapata para construir un sistema nacional de salud de alta calidad y eficiente. El Colegio Médico Dominicano tiene registrados alrededor de 35,000 médicos, 21,000 laboran en el sistema público. El Ministerio de Salud tenía registrado para el 2013, un total de 16,000 enfermeras, el 18% eran enfermeras graduadas (Licenciadas) y el 82% lo constituían las enfermeras auxiliares y técnicos de enfermería (nivel básico), 3 enfermeras y 19 médicos por cada 10,000 habitantes, más de 6 médicos por cada enfermera, muy distante a las recomendaciones de 4 enfermeras por cada médico. La Sociedad de Medicina Crítica y Cuidados Intensivos en su último censo registró un total de 100 especialistas graduados. Los estándares internacionales de los EUA y de Europa sugieren una enfermera graduada por cada cama de intensivos, y un especialista en cuidados intensivos por cada 2 camas. La realidad es muy distante en nuestro país: una enfermera auxiliar por cada 2-3 camas y un intensivista y una licenciada en enfermería por UCI. La sociedad aspira que tengan una auxiliar por cada 2 camas y una licenciada por cada 4 camas. Esta es una realidad devastadora, no tenemos capacidades suficientes de recursos humanos para hacerle frente a las complicaciones del Covid-19 que requieran de atenciones especiales y asistencia ventilatoria en la mayoría de los hospitales públicos dominicanos.

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