El día que Evita Perón repartió simpatía en la ciudad española de Segovia

SEGOVIA.- El 11 junio de 1947 está grabado en la memoria de los habitantes más ancianos de Segovia (centro de España), tapices, banderas y flores engalanaban el centro de la ciudad y cientos de personas se agolpaban para recibir a una de las personalidades más glamurosas: Evita Perón.

Hace 72 años, la actriz y política argentina, de la que este martes se cumple el centenario de su nacimiento, protagonizó ese momento del que fue testigo el mesonero Alberto Cándido López, que entonces tenía solo 14 años, y que recuerda cómo la noticia “corrió como la espuma”.

En una entrevista con EFE, Alberto describe la visita de Evita, enviada por su marido, el entonces presidente de Argentina Juan Domingo Perón, para corresponder a la invitación del dictador Francisco Franco (1892-1975) como agradecimiento por el envío de barcos cargados de alimentos para ayudar a la España de después de una guerra civil que acabó en 1939.

Relata cómo su padre, Cándido López el Mesonero Mayor de Castilla, le robó una sábana a su madre para que el pintor Lope Tablada de Diego dibujara la bandera de Argentina para recibir a Evita.

Cuando Evita bajó del coche oficial a los pies del Acueducto, las campanas de la ciudad repicaron y la hermana de Alberto, Carmina, portó la bandera de Argentina pintada en aquella sábana, mientras que él llevaba una de España.

Cándido padre se vistió de segoviano con su bastón de mando, ya que entonces también era alcalde de uno de los barrios de la ciudad, Santa Columba, un momento que no olvidará nunca, subraya su hijo.

Frente al mítico restaurante de los Cándido se encontraba el Café Columna, que tuvo que quitar la terraza para que se situara en esa zona la batería de caballeros de la Academia de Artillería que rindió honores a la ilustre visitante.

Tras el aplauso “impresionante” que se llevó de los congregados, Evita, que vestía un traje chaqueta blanco, falda por debajo de la rodilla y una pamela, fue recibida por las autoridades segovianas.

Además, Eva Perón iba acompañada por una comitiva encabezada por Carmen Polo, esposa de Franco.

En la plaza había “mucha emoción”, la gente estaba “muy ilusionada” y la imagen de Eva Duarte bajo las milenarias piedras del Acueducto de época romana dio “la vuelta al mundo”, recuerda Alberto.

Sin embargo, aunque estaba previsto que Evita llegase hasta el Alcázar, uno de los castillos-palacio de finales de la Edad Media más distintivos de toda Europa, la falta de tiempo hizo que la visita fuera “relámpago”, de menos de una hora, por lo que solo pudo dar la vuelta a la plaza del Azoguejo, junto al Acueducto, saludando a la gente.

Pero antes disfrutó de un espectáculo de danza y coros, que aportó el folclore a una visita cargada de “cariño” y de “calor humano” lo que, a juicio de Alberto, hizo que Evita se llevase “un buen recuerdo de la noble y leal ciudad de Segovia”.

Le regalaron dos platos de grandes dimensiones del pintor español Ignacio Zuloaga, uno de ellos con la imagen del Acueducto y el otro del Alcázar, objetos que años más tarde el propio Alberto pudo ver en el museo dedicado a Evita que se encuentra en el barrio de Palermo en Buenos Aires.

Alberto destaca que era “una mujer elegante, impresionante, simpática y muy alta” y además, “se portó muy bien con España en momentos difíciles”, y dice, entre risas, que como actriz no sabe “si era buena o mala, pero guapa, un rato”.

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