Jesús, María y José hechos de palo santo, mármol y metal en Argentina

BUENOS AIRES.- Si en las casas comunes de muchas partes del mundo la escena del nacimiento se reproduce con figuritas compradas, más o menos artesanales, varios artistas argentinos proponen cada año pesebres escultóricos que transforman en arte a Jesús, María y José, en un certamen ya veterano en Buenos Aires.

La obra ganadora de la edición de este año fue la del escultor Juan Pablo Mouesca, cuyo pesebre de mármol de carrara juega con formas geométricas en las que se intuye a sus tres protagonistas, con Jesús como pieza suelta a la que se puede dar vuelta para que la Virgen esté embarazada o con el Niño en brazos, dependiendo si el visitante acude a la exposición antes o después del día 25.

“La idea es un estilo moderno y que el público descubra, hoy en día los escultores no realizan una obra muy figurativa sino que las vuelcan un poquito más en la abstracción”, cuenta a Efe el director del Museo de Esculturas Luis Perlotti de Buenos Aires, Darío Khler.

Se trata de la vigésimo segunda edición del Certamen de Pesebres Escultóricos que organiza ininterrumpidamente y por estas fechas el Museo Perlotti, que en esta ocasión entregó 10.000 pesos (261 dólares) al belén ganador después de haber recibido cerca de cincuenta propuestas diferentes, de las cuales se exhiben alrededor de treinta ante el público hasta el próximo 27 de enero.

En el lugar destacado de una sala donde se respira Navidad, está la obra vencedora flanqueada por el segundo premio, un pesebre del artista Manuel Curto, y el tercero, proyecto de María Adriana Pantanali.

“El segundo (premio) es de metal y el tercer premio es de una madera palo santo, una madera muy noble del norte argentino”, indica el director del museo.

La primera finalista se trata de una obra en la que las formas geométricas se imponen como en la ganadora y el metal predomina en casi toda la escultura.

Khler apunta que, contra lo que pudiera parecer, es la obra presentada por el artista más veterano de esta edición del concurso, ya que Curto supera los 80 años.

Ya pasaron 22 años desde que la viuda de Luis Perlotti, Filomena Bianco, tuvo la idea de crear una distinción que permanece presente en la época de fiestas en Buenos Aires, donde el espíritu navideño se mezcla con el inicio del verano austral.

“La esposa de Luis Perlotti, desde el primer año quiso organizar con los escultores pesebres escultóricos, desde ese momento hasta el día de la fecha nosotros continuamos esa maravillosa idea”, dice Khler.

La premisa es sencilla: los nacimientos presentados deben tratarse de creaciones artísticas que partan desde cero.

Los belenes típicos, aquellos que se preparan en casa con diferentes piezas ya fabricadas, son excluidos del certamen -aunque todos los años hay casos de candidatos que no leen bien las normas y los presentan así, apunta Khler-.

El barrio de Caballito, de donde era Luis Perlotti, uno de los escultores destacados del siglo XX en Argentina, es el lugar donde se pueden encontrar los pesebres pero donde el visitante también puede descubrir más de la obra que dejó un artista que tiene obras repartidas por multitud de calles de Buenos Aires.

Cuando alguien pase por el lado de alguna de ellas, no suele reparar en quién fue su autor, pero suyos son los bustos del tanguero Juan de Dios Filiberto en Caminito y el clásico Café Tortoni y el Monumento a los Andes que se encuentra en el barrio de Chacarita, entre otras esculturas.

La museóloga de la galería, María José Pérez, recuerda que en el mismo museo donde se encuentran los pesebres se puede descubrir la faceta más auténtica de Perlotti.

“El retrato de los pueblos originarios es lo que a él realmente le gustaba hacer”, subraya.

Las obras públicas, para ganarse la vida; los viajes a las aldeas indígenas de Argentina y Bolivia, para “disfrutar”, según Pérez.

El resultado de aquellos viajes fue una gran cantidad de esculturas que aplicaban el canon clásico grecorromano con figuras de los culturas originarias, algo que le valió el apodo de “Escultor de Eurindia” -por la mezcla de los nombres de ambas culturas-.

Y, desde la semana pasada, para celebrar el décimo aniversario del museo, una exposición especial recorre la obra de Perlotti, con sus esculturas más destacadas y fotografías inéditas procedentes del archivo personal del autor, datadas en los años 30.

“Sentía mucho respeto y admiración (por ellos), tanto así que estuvo viviendo con ellos y trató de ser muy riguroso para hacer sus creaciones”, reflexiona Pérez sobre Perlotti, quien efectuó sus viajes en los años posteriores a que los gobernantes argentinos asesinasen a pueblos enteros pertenecientes a dichas culturas.

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